Podemos entender la música como el arte de combinar sonidos en el tiempo.
Seguramente todos hemos sido capaces de hacer música en más de una ocasión, y de seguir haciéndola; crear nuestras propias canciones, tatarear, silbar, o hacer sonar algún objeto cotidiano.
Una forma de sentir la música es cantando. Podemos cantar solos o acompañados, y hacerlo en exclusiva o mientras realizamos otra tarea, por ejemplo, la ducha.
Otra forma de sentirla es el baile. Todos somos capaces de dejarnos llevar por el ritmo y de mover nuestros hombros, nuestras manos, nuestras caderas o incluso el cuerpo entero.
También podemos sentir la música simplemente escuchándola, relajándonos con ella e incluso dejando volar nuestra imaginación.
Estos días de confinamiento la música está aún más presente en nuestras vidas; algunos artistas se han unido para tocar canciones o grabar conciertos en directo y muchos de nuestros vecinos han sacado la música a la ventana.
Es importarte que también nosotros empleemos un tiempo diario para disfrutar de la música ya que, como veremos a continuación, tiene efectos muy beneficiosos.
La música genera endorfinas, una sustancia conocida como la hormona de la felicidad ya que, estimula las áreas cerebrales que producen placer e inhibe la sensación de dolor.
En momentos de estrés como los que estamos pasando la música nos ayuda a relajarnos; favorece la disminución del pulso cardíaco y de la frecuencia respiratoria, así como de los movimientos peristálticos del estómago.
Tiene la capacidad de emocionarnos y de utilizar esta emoción para generar sentimientos. Podemos escuchar música que refuerce como nos sentimos en un momento determinado, o bien, que nos ayude a cambiar de sentimiento, generalmente a otro más positivo.
Cuando disfrutamos de la música nos centramos en el momento y en el lugar, así como en toda la experiencia estética que supone. De esta manera, además de generar placer, evitamos centrar nuestra atención en un foco de estrés.
A nivel cognitivo la música facilita el aprendizaje y la neuroplasticidad; podemos memorizar una canción o practicar una lengua extranjera. También nos ayuda a mantener la atención sostenida y a entender la lógica matemática.
Otro efecto de la música es el de acompañamiento. La música nos hace sentir parte de un grupo, por ejemplo, cuando cantamos el himno de nuestro equipo favorito o una canción popular de nuestra tierra.
Por último, además de evadirnos, favorece la búsqueda de un estado propicio para la meditación y la reflexión. Por ejemplo, en algunas culturas la música tibetana se usa tradicionalmente para meditar.
Para disfrutar de estos efectos debemos encontrar nuestra propia identidad musical. No existe la música buena o mala, cada uno podemos beneficiarnos de canciones con estilos diferentes.
Cuéntanos, ¿Cuál es la canción que te acompaña estos días y en qué te beneficia?
Cuéntanos, ¿Cuál es la canción que te acompaña estos días y en qué te beneficia?